En los últimos días hemos conocido la convocatoria de huelga promovida por el Sindicato de Estudiantes, con motivo del trágico fallecimiento de la alumna Sandra, víctima de presunto acoso escolar. El dolor por esta tragedia nos une a toda la comunidad educativa, y desde Escuelas Católicas de Andalucía reiteramos nuestro profundo respeto, cercanía y oración hacia su familia, compañeros y educadores.
Sin embargo, consideramos necesario expresar con claridad nuestra profunda preocupación por el enfoque sectario y simplificador que dicha organización está trasladando a la opinión pública. La nota publicada, lejos de contribuir a una reflexión serena y compartida sobre un problema tan complejo como el acoso escolar, utiliza esta tragedia humana para señalar de manera injusta a centros concretos, estigmatizar a comunidades educativas y promover una confrontación ideológica que no responde ni al dolor de los afectados ni al espíritu que debe guiar a la educación en estos momentos.
El acoso escolar no es un fenómeno exclusivo de una red educativa ni de un modelo de titularidad. Es una lacra social que, como demuestran los datos y la experiencia diaria, afecta a todos los entornos escolares —públicos, concertados y privados— y tiene raíces profundas en factores sociales, culturales y tecnológicos que nos interpelan a todos. Enfrentarlo exige compromiso, formación, cooperación y unidad, no campañas de desprestigio ni consignas que buscan dividir.
Nuestros centros, sostenidos con fondos públicos y comprometidos con una educación inclusiva y de calidad, llevan años desarrollando programas específicos para la prevención del acoso, la promoción del respeto mutuo y la formación en valores. La respuesta que exige esta tragedia no puede ser el señalamiento, sino el refuerzo de esas líneas de trabajo compartidas entre redes, con el acompañamiento de las familias y el respaldo de las administraciones.
Asimismo, resulta oportuno recordar que el llamado «derecho de huelga» del alumnado no universitario tiene un marco jurídico claramente delimitado. El artículo 8.2 de la Ley Orgánica 8/1985, de 3 de julio, establece que “las decisiones colectivas que adopten los alumnos, a partir del tercer curso de la educación secundaria obligatoria, con respecto a la asistencia a clase, no tendrán la consideración de faltas de conducta ni serán objeto de sanción, cuando estas hayan resultado del ejercicio del derecho de reunión y sean comunicadas previamente al centro. «Este precepto ha sido desarrollado en el ámbito andaluz por el artículo 4.2.f) del Decreto 327/2010, de 13 de julio, que establece que dichas decisiones “no tendrán la consideración de conductas contrarias a la convivencia ni serán objeto de corrección, siempre que hayan sido comunicadas previamente a la dirección del centro, con una antelación mínima de 48 horas».
Se trata, por tanto, de un derecho de inasistencia justificada y condicionada, limitado al alumnado a partir de 3.º de ESO, que no puede extenderse a cualquier tipo de causa ajena al interés educativo directo del alumno, y mucho menos a movilizaciones con un sesgo ideológico evidente o que instrumentalicen una tragedia para polarizar la comunidad escolar. El respeto al marco legal exige interpretar este derecho con madurez, sin distorsionarlo ni desnaturalizar su función expresiva dentro de una comunidad educativa democrática.
Por ello, os animamos a que, en vuestros centros, se transmita a la comunidad educativa —profesorado, alumnado y familias— una información rigurosa y respetuosa sobre lo que supone el acoso escolar, y se refuercen, si cabe, las acciones de sensibilización y prevención desde la serenidad, la empatía y el compromiso educativo. Asimismo, os invitamos a promover en los claustros y consejos escolares una reflexión pedagógica profunda sobre el sentido y el alcance del derecho de inasistencia por desacuerdo, con el fin de que se ejerza siempre desde el respeto al bien común, a la legalidad vigente y a la convivencia democrática.
Apelamos a todos a no dejarnos arrastrar por discursos simplistas o ideologizados.
Hoy más que nunca, es tiempo de educar en la verdad, en la justicia y en la esperanza.